No todos los locales o negocios tienen las mismas necesidades. Una pastelería que quiere mostrar sus tartas y dulces no necesitará el mismo tipo de expositor refrigerado que una tienda que vende bebidas a pie de calle. Antes de comprar un expositor refrigerado deberías plantearte cuáles son las necesidades concretas de tu negocio: ¿se va a abrir la puerta muy a menudo? ¿serán los clientes los que la abran, o los empleados? ¿qué cantidad de productos necesitas exponer? ¿se van a introducir a menudo productos a una menor temperatura para enfriarlos?
Pongamos como ejemplo el caso mencionado anteriormente, de una vitrina expositora refrigerada para la venta de bebidas en una pequeña tienda a pie de calle, en una zona muy turística. Probablemente en días de mucho calor los turistas acudan a la tienda de forma mucho más frecuente para coger botellas de agua o refrescos fríos. La puerta se abrirá mucho, con la consecuente pérdida de frío. Además el dependiente deberá estar reponiendo constantemente las bebidas, que con toda probabilidad no estarán frías cuando las coloque en los estantes. En este caso, la potencia y capacidad de enfriado del expositor deberá ser acorde a esta actividad. En cambio, la pastelería expondrá productos que probablemente no deberá reponer con tanta frecuencia si utiliza la vitrina solo para enseñar cuáles son sus tartas más populares. La puerta no se abrirá con tanta frecuencia y los productos no tendrán la misma rotación.